El motivo de la elección de esta unidad didáctica de pintura y escultura no es otro que el de favorecer la habilidades comunicativas y expresivas del alumnado, así como introducirlo en un mundo de imaginación y de conocimiento. Para llevarlo a cabo se proponen actividades lúdicas con las que los alumnos se divertirán y por ello mostrarán interés a la hora de ejecutar las tareas.
UD del área de expresión artística
"Conociendo a Joan Miró"
El propósito de este blog es mostrar el trabajo que voy a realizar con mis alumnos en el próximo curso escolar, cuya finalidad es que los más "peques" se involucren y se interesen por el arte en general y por uno de los artistas españoles más reconocidos, en particular.
miércoles, 25 de junio de 2014
Lo que no te puedes perder
Te presento un libro maravilloso que, personalmente, me ha sido de gran utilidad para ampliar mis conocimientos sobre Joan Miró.
Se trata de una obra colectiva de la editorial SUSAETA EDICIONES S.A. Es un libro super completo, narra la biografía de Joan Miró, su trayectoria artística, desde los primeros años de formación hasta los últimos años del artista. Además está repleto de ilustraciones de obras de Miró con sus correspondientes descripciones.
Puede adquirirse en cualquier librería y aun precio bastante asequible, repito, lo recomiendo totalmente.
Algunas de las obras más importantes...
Autorretrato
1917, óleo sobre lienzo,
61 x 50 cm
Colección Particular
La actitud hierática de este autorretrato, el primero de una serie de cuatro ejecutados en 1917, 1919, 1937 y 1960, parece imitar las pinturas románicas que tanto impresionaron a Miró ya desde niño. Dada la soledad con la que se representó el artista, nada perturba el tema de la composición.
Maternidad
1924, óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm
Edimburgo: National Gallery of Scotland.
Es uno de los logros más puros de reducción de una figura humana a la mínima expresión en toda la obra de Miró. La mujer está representada únicamente por cuatro elementos dispuestos en las extremidades de dos ejes lineales oblicuos: uno de ellos une el símbolo del sexo femenino con la cabeza y el otro los dos senos.
El carnaval de Arlequín
1924 - 1925, óleo sobre lienzo, 66 x 93 cm
Búfalo: Albright.Knox Art Gallery
La apoteosis final de la etapa de mutación que se produce en el arte de Joan Miró queda reflejada en este cuadro, una de las obras más difundidas del pintor. El suave colorido del fondo sirve de marco a un conjunto de elementos que exigen una lectura cuidadosa. La armonía de sus colores y su repetición conforman calculados ritmos de gran vivacidad.
La siesta
1925, óleo sobre lienzo, 97 x 146 cm
París: Centre Georges Pompidou
Aquí se conserva todavía algún rasgo de la realidad descrita, aunque muy esquematizada: el perfil de la montaña, el riachuelo con la nadadora y la silueta de la durmiente, que se convierte en cuadrante solar señalando el mediodía, el cual el cual queda remarcado con la inclusión del número 12 en el ángulo superior derecho.
El caballo circense
1927, óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm
Nueva York: Metropolitan Museum of Art
El lienzo pertenece a una serie de imágenes abstractas ejecutadas por el artista en su momento de mayor libertad surrealista. Con estas y otras telas, Miró abrió una vía en el panorama del arte contemporáneo, anticipándose así en veinte años a la creación de un espacio tanto evocador como sugestivo.
Mujeres rodeadas por el vuelo de un pájaro
1941, gouache y pintura sobre papel, 46 x 38 cm
París: Colección Elisa Breton
En las series de Las constelaciones no se aprecian innovaciones. Aparecen las figuras de siempre, retomadas ahora en un nuevo contexto de líneas y colores, enmarañadas en los invisibles hilos de una red que conforma el espacio y relaciona unas con otras.
El oro del azul celeste
1967, acrílico sobre lienzo, 205 x 173.5 cm
Barcelona: Fundació Joan Miró
Este lienzo representa la síntesis de la pintura realizada por Miró durante esta década. De una parte, el amarillo deslumbrante del fondo y la mancha intensa de color azul; de otra, los trazos gestuales, y todo ello conjuntado por los finos grafismos de su repertorio.
El comienzo del día
1968, óleo sobre lienzo, 162 x 130 cn
Colección particular
El artista mantuvo hasta el fin de su trayectoria la fidelidad a su universo temático, ya formulado de manera inconfundible desde La masia. Amplios espacios monocromos y homogéneos se alternan en los goteos y los gestos rápidos en perfecta armonía. Las formas adquieren aquí un claro equilibrio.
Mayo 68
1968, óleo sobre lienzo, 200 x 200 cm
Barcelona: Fundació Joan Miró
Los sucesos del Mayo francés sorprendieron a Miró con 75 años de edad. Eso no fue óbice para que el pintor no se sintiera atraído por las ansias de la libertad que aquel movimiento preconizaba. Así pues, se lanzó con ímpetu a la realización de este cuadro que, sin embargo, no finalizó hasta pasados algunos años.
Díaz, M., Triado, J., Arnau, E., Ribot, D., Blázquez, C., Ortiz, A., et al. (2010). Miró: Enciclopedia ilustrada. Madrid: Susaeta.
1917, óleo sobre lienzo,
61 x 50 cm
Colección Particular
La actitud hierática de este autorretrato, el primero de una serie de cuatro ejecutados en 1917, 1919, 1937 y 1960, parece imitar las pinturas románicas que tanto impresionaron a Miró ya desde niño. Dada la soledad con la que se representó el artista, nada perturba el tema de la composición.
Maternidad
1924, óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm
Edimburgo: National Gallery of Scotland.
Es uno de los logros más puros de reducción de una figura humana a la mínima expresión en toda la obra de Miró. La mujer está representada únicamente por cuatro elementos dispuestos en las extremidades de dos ejes lineales oblicuos: uno de ellos une el símbolo del sexo femenino con la cabeza y el otro los dos senos.
El carnaval de Arlequín
1924 - 1925, óleo sobre lienzo, 66 x 93 cm
Búfalo: Albright.Knox Art Gallery
La apoteosis final de la etapa de mutación que se produce en el arte de Joan Miró queda reflejada en este cuadro, una de las obras más difundidas del pintor. El suave colorido del fondo sirve de marco a un conjunto de elementos que exigen una lectura cuidadosa. La armonía de sus colores y su repetición conforman calculados ritmos de gran vivacidad.
La siesta
1925, óleo sobre lienzo, 97 x 146 cm
París: Centre Georges Pompidou
Aquí se conserva todavía algún rasgo de la realidad descrita, aunque muy esquematizada: el perfil de la montaña, el riachuelo con la nadadora y la silueta de la durmiente, que se convierte en cuadrante solar señalando el mediodía, el cual el cual queda remarcado con la inclusión del número 12 en el ángulo superior derecho.
El caballo circense
1927, óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm
Nueva York: Metropolitan Museum of Art
El lienzo pertenece a una serie de imágenes abstractas ejecutadas por el artista en su momento de mayor libertad surrealista. Con estas y otras telas, Miró abrió una vía en el panorama del arte contemporáneo, anticipándose así en veinte años a la creación de un espacio tanto evocador como sugestivo.
Mujeres rodeadas por el vuelo de un pájaro
1941, gouache y pintura sobre papel, 46 x 38 cm
París: Colección Elisa Breton
En las series de Las constelaciones no se aprecian innovaciones. Aparecen las figuras de siempre, retomadas ahora en un nuevo contexto de líneas y colores, enmarañadas en los invisibles hilos de una red que conforma el espacio y relaciona unas con otras.
El oro del azul celeste
1967, acrílico sobre lienzo, 205 x 173.5 cm
Barcelona: Fundació Joan Miró
Este lienzo representa la síntesis de la pintura realizada por Miró durante esta década. De una parte, el amarillo deslumbrante del fondo y la mancha intensa de color azul; de otra, los trazos gestuales, y todo ello conjuntado por los finos grafismos de su repertorio.
El comienzo del día
1968, óleo sobre lienzo, 162 x 130 cn
Colección particular
El artista mantuvo hasta el fin de su trayectoria la fidelidad a su universo temático, ya formulado de manera inconfundible desde La masia. Amplios espacios monocromos y homogéneos se alternan en los goteos y los gestos rápidos en perfecta armonía. Las formas adquieren aquí un claro equilibrio.
Mayo 68
1968, óleo sobre lienzo, 200 x 200 cm
Barcelona: Fundació Joan Miró
Los sucesos del Mayo francés sorprendieron a Miró con 75 años de edad. Eso no fue óbice para que el pintor no se sintiera atraído por las ansias de la libertad que aquel movimiento preconizaba. Así pues, se lanzó con ímpetu a la realización de este cuadro que, sin embargo, no finalizó hasta pasados algunos años.
Díaz, M., Triado, J., Arnau, E., Ribot, D., Blázquez, C., Ortiz, A., et al. (2010). Miró: Enciclopedia ilustrada. Madrid: Susaeta.
¿Quién es Joan Miró?
Joan Miró (1893 – 1983). En 1912, siendo ya adulto,
se inscribió en la Escuela de Arte de Francesc Galí, donde estudiaban las obras
de artistas como Van Gogh, Gauguín o Cézanne.
Las primeras pinturas conocidas de Miró, datan de
1914, y seguía en una etapa realista en la que el tema principal era la vida en
el campo, jugando con las formas, colores, texturas… de la tierra.
Fue entre 1917 y 1918, en la galería de Josep
Dalmau, dónde Miró quedó impresionado con obras más vanguardistas y realizó sus
primeras obras con cánones cubistas, donde se aprecia su interés especial por
el color. Destaca la obra Retrato de
Vicens Nubiola (1917), en la que el autor enfatiza los rasgos a través de
gruesas pinceladas negras y sin respetar la perspectiva.
A
partir del verano de 1918, Miró abandonó los trazos fuertes y los colores
estridentes y emprendió una nueva etapa en su quehacer, realizando una serie de
pinturas que podrían englobarse como “detallistas”, puesto que es la plasmación
del detalle lo que le mueve a realizarlas. Como podemos
apreciar en la obra “La casa de la
palmera” (1918).
En marzo de 1920 se traslado a París, fue allí donde
realmente evolucionó artísticamente. En 1922 abandonó su etapa de formación,
para sumergirse en una de carácter surrealista.
En su primer viaje a París, lo más importante para
Miró fue la relación que entabló con Picasso, quien le permitía ver sus obras,
de las que quedó fascinado. Pero fue en 1921 cuando Dalmau le ofreció una
exposición en la capital francesa. En ella, expuso alrededor de treinta
pinturas que no seguían el mismo estilo. Parte de las obras mantenían el estilo
detallista realista y otra parte, cánones cubistas. Fue con La
Masia (1921-1922), con la obra que culminó esa etapa.
Entre 1923 y 1924, se produjo un cambio estilístico
en Miró, que algunos historiadores han calificado como etapa de mutación previa
al surrealismo y aunque siguió con el tema tratado hasta entonces, la vida en
el campo, lo enfocó de una manera más metafórica y poética, como podemos
observar en la obra Tierra labrada
(1923-1924).
En 1924, es la obra El carnaval de Arlequín, en la que mantiene trazos figurativos no
realistas, pero que ya presenta una fantasía desbordada de detalles en una
composición muy correcta, la que marca el inicio de la etapa surrealista de
Miró, en la que el artista descubría un mundo imaginario y fantasioso que le
abriría las puertas a una visión onírica. A partir de entonces, la relación con
los artistas surrealistas, sería regular y continuada.
Miró presto mayor interés por los poetas
surrealistas que por los pintores. Esto lo podemos apreciar en un centenar de
obras que suelen presentar unas atmósferas de ensueño en las que algo mágico
permite captar lo imperceptible. Son inspiraciones escritas sobre lienzo, obras
tales como, Etoiles en des sexes
d’escarrgot (1925) o, Amour (1926). La combinación de color y palabras
produjo en este tipo de obras un resultado plástico tan sorprendente como
atractivo.
En 1929, poniendo fin a la etapa surrealista, y
dedicándose más a la creación de litografías odiando, según él, la pintura,
empezó a crear series de collage. Al principio, compuesto por papeles
desgarrados y pegados sobre grandes hojas de papel en blanco que complementaba
con un ligero y sutil grafismo mironiano. En 1929, creó la obra: Collage (Cabeza de Georges Auric.
Entre 1930 y 1932, Miró presento sus series de obras
Construcciones y Pinturas – Objeto, en las que el enfoque bidimensional quedaba
olvidado y componía sus obras con pedazos de objetos, sobre todo, madera y
metal, como hizo en Hombre y mujer
(1931), en la que pinta sobre la tabla, dos criaturas surgidas de su
imaginación y unidas por una cadena metálica.
En 1932 regresó a Barcelona, donde fundó, junto a
otros artistas como Dalí, la asociación ADLAN (Amics de l’Art Nou) y en 1933,
vuelve con la pintura pero esta vez abandonando la profundidad y volcándose en
la creación de pinturas planas y desproporcionadas, con lo que se sentía
completamente libre, inclinándose por creaciones fantásticas. De esta época es
la Bañista, con la que el autor
prosigue un proceso de abstracción o deformación orgánica de la figura femenina.
Desde 1935 sus obras expresaban cierto dramatismo,
sobre todo en las figuras humanas, con personajes angustiados, como si tuviera
un presentimiento de la guerra que estaba por llegar.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, creó
una serie, 27 pinturas sobre masonita,
obras en las que reflejaba el salvajismo de la guerra, proyectando elementos
pictóricos simples, trazos y signos, formas orgánicas amorfas… Fue entonces
cuando decidió volver a instalarse en la capital francesa junto a su familia,
huyendo de la situación de España. Durante el exilio en París, Miró se dedicó a
escribir textos poéticos, además de hacer más de un centenar de dibujos en los
que volvía a centrarse en su pasión trágica por la figura femenina, mezclando
erotismo y agresividad, corporeidad y bestialidad, etc., usando un trazo firme,
fino y seguro, metamorfoseando los modelos que tenía delante hasta lograr
convertirlos en esos seres angustiados de su interior.
Entre 1938 y 1941, produjo la serie Las constelaciones, con obras como Mujeres y cometas entre las constelaciones
(1939) o, Hacia el arco iris (1941), en
las que el autor, reflejaba su deseo por escapar de la situación del momento
sumergiéndose en la noche, las estrellas y la música y, creando nuevas texturas
y transparencias con materiales que no había empleado antes.
En 1942 mostró especial interés por otras técnicas y
formas artísticas: la fundición en bronce, la escultura y el volumen, pero
sobre todo, por la cerámica, técnica que trabajó junto a su viejo amigo Josep
Llorens i Artigias, consiguiendo gran compenetración hacia 1953, adoptando la
firma Miró – Artigas. Pero el desarrollo
de la escultura de Miró, tuvo lugar en el año 1956, en Palma de Mallorca.
Entre 1942 y 1944, fue una época de reflexión del
artista, reflexionó sobre su arte, experimentó con formas, trazos, signos y,
volvió a pintar sobre lienzo, sirviéndose de manchas, chorreados del pincel,
frotamiento sobre la tela, etc. En Nocturno
cerca del lago consolida esas formas y temas recurrentes en su obra: la
mujer, los astros, los pájaros, las criaturas fantásticas…
Hacia 1953, pintó unas sesenta obras en las que
utiliza sus tradicionales colores planos y vivos, sus consagrados colores
primarios en ajedrezado.
En 1959, Miró se decantó por una pintura gestual,
surgiendo así, un nuevo concepto en su arte, el de la vacuidad. A pesar de
mantener sus temas y principios, cambió su apariencia externa. En sus pinturas
se aprecia un gran equilibrio cromático.
En los años 60 y 70, se produjo el pleno desarrollo
de la escultura de Miró, basándose en la recopilación de objetos que llamaban
su atención, los reordenaba dejándose guiar por su imaginación y luego los
plasmaba en bronce, logrando uniones que desafían las leyes del equilibrio y la
gravedad, confiriéndole mayor dinamismo. Podemos destacar su escultura, Las caricias de un pájaro (1967).
En las últimas pinturas de Miró, el artista se
decantó por la simplicidad y la gestualidad, producto del deseo de libertad. En
ellas predominaba el negro como alusión a la muerte, como se puede observar en
la obra Mujer y pájaros en la noche
(1969-1974).
Díaz, M., Triado, J., Arnau, E., Ribot, D., Blázquez, C., Ortiz, A., et al. (2010). Miró: Enciclopedia ilustrada. Madrid: Susaeta.
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